2.10.09

Los Sustitutos

En Hollywood hace tiempo que los castings pasaron a la historia, si es que alguna vez existieron. Ahora, los parámetros de un tipo de rol protagonista son introducidos en Multivac, y el superordenador se encarga de escoger a la estrella adecuada para el papel. Por ejemplo: agente de la ley, tiene problemas con su mujer, estrella un coche ex profeso, le dan una paliza, y chulea verbalmente a otros personajes. Respuesta, bip, bip, bip... Bruce Willis.
Elemental. Pero el sistema no es perfecto, amigos de la Mazmorra. Veamos como la elección del talludo teutón lastra en varios aspectos una por lo demás interesante película como Los Sustitutos.

Empecemos por lo más elemental: Bruce es un actor ciertamente limitado. Es limitado hasta el punto de que ni siquiera lleva bien las escenas en las que se le exige mantener un alto grado de inexpresividad, como es el caso en esta película (buen trabajo del resto del reparto en este aspecto, por cierto; todos consiguen parecer máquinas con una extraña ausencia de gestualidad bastante lograda). Su técnica para mantenerse inexpresivo es poner boquita de piñón y mirada entrecerrada. Y queda un poco raro, hasta para un robot.
En fin, que Bruce lleva muy bien su registro favorito, claro; pero cuanto más se aleja de McClane, peor le van las cosas. Y esto los productores lo tienen muy claro, y no dudan en incluir en el guión unas escenas de acción excesivas, visualmente escandalosas, forzosamente insertadas, que quiebran los esfuerzos por crear una atmósfera de tensión inquietante del resto de la película.
Además, un protagonista como Willis todo lo puede: ya que lo hemos contratado, que ocupe todo el cartel de la película. Pues en la historia igual; después del derroche presupuestario para satisfacer su nómina, su personaje debe estar en el ojo de la trama. Y esto crea un centralismo un tanto incoherente: Para que el desarrollo gire en torno a su personaje, se da la casualidad de que en su misma ciudad vive el creador del sistema de sustitutos, el líder del movimiento mundial contra el mismo, y se encuentran las oficinas centrales de la principal corporación que los fabrica. Además, en su trabajo (el FBI) se encuentra el ordenador capaz de monitorizar, controlar, hacer y deshacer en el sistema de todo el planeta.
Sistema que, por cierto, provoca las mayores incoherencias argumentales de la trama. Y es que una historia de ciencia-ficción es más delicada que otra cualquiera. Pequeños deslices que resultarían comprensibles en otro género son imperdonables aquí, porque destruyen la coherencia de la premisa científica, imprescindible para mantener la fantasía que hace buena la historia. Este pequeño departamento de control que comentábamos y su orondo operario, encajados en el guión para hacer posible el moralista final de la narración, agujerean la trama como una salva de mosquetería.

Dejando de lado por fin a su rudo protagonista, no quiero dejar de dar mi positiva valoración de otros aspectos del filme. La premisa futurista es interesante, está bien planteada, y tiene suficiente coherencia como para inquietar. El fundamento de la trama, el villanesco móvil, es un tanto simplista (la ambientación daba para un enigma algo más sesudo y con mayor interés reflexivo que el del típico malvado), pero no por ello deja de funcionar. Y visualmente, la película es impecable; sin ningún alarde fotográfico pero bien rodada; elegante, pulcra, aséptica, como la futurística sociedad que nos plantea.
Ya para acabar, y como es tradición en La Mazmorra, dejamos una pregunta en el aire para nuestros seguidores. Veamos, si la gran amenaza para el sistema es un virus informático... ¿por qué tiene forma de pistola? ¿Cómo se transmite un virus por el aire, en forma de disparo? Aún en el caso de que esto sea posible, ¿por qué un virus transmitido por el aire tiene un aspecto tan pirotécnico, tan llamativo? ¿Podemos echarle la culpa a Bruce también de estos misterios?
Esta vez, creo que ni Multivac tiene las respuestas.

1 comentario:

  1. Una vez más, la estrechez de miras cinematográfica de Benavente le lleva a errar en su juicio de una película. Su tesis de que es Bruce Willis el principal lastre de la película es un desacierto equiparable al de Napoleón al descargar toda la responsabilidad del control de España a su hermano José.

    No pretendo aquí defender a Willis, quien por otro lado se ha mostrado siempre muy consciente de sus limitaciones interpretativas. De hecho, gracias a su buen criterio para la selección de guiones, nos ha brindado papeles memorables más allá de Mclane (en el tiempo y en la memoria). Se me vienen a la cabeza ahora, y sin tener que recurrir a la sabiduría del IMDB, El sexto sentido, Sin City, The kid o Armaggedon. Cuidado, que digo "memorables" y no "excepcionales". Y es que, a mi juicio, el mérito de Willis siempre ha sido saber dónde está y quién es dentro de la industria y prueba de ello es su autoparodia en Ocean´s Twelve (sí, la segunda de la trilogía). Por eso, aunque es cierto que los diálogos de su personaje en Los Sustitutos están a la altura de cualquiera del pato Donald, y que la credibilidad de sus acciones sean dignas de la peor entrega de Scary Movie (no me atrevo a decantarme), no es menos cierto que Willis cumple con su trabajo con limpieza y eficacia, sin añadir matices, pero ni mucho menos restándolos al resto de la película como sugiere Benavente.

    En mi opinión, la trama es tan floja y mal hilvanada que estoy seguro de que fue escrita por un crío de 6 años (un sobrino de Willis, quizá). Sí, sí, a los 6 años vosotros y yo éramos capaces de elaborar un pensamiento menos ingenuo que el que estos señores nos quieren hacer pasar por un "argumento". A esto se refiere Benavente, imagino, cuando habla de las casualidades en el filme. No obstante, su amor por el cine de acción y ciencia ficción le lleva, no sólo a subestimar el honesto (aunque limitado) trabajo de Willis, sino a equivocar al lector con preguntas demagógicas acerca de pistolas que transmiten virus. Ambos sabemos que en este tipo de cintas, como en las de fantasía, cualquier cosa puede ser creíble y posible, si está bien narrada.

    Señor Benavente, esta película no es una ofensa al género de ciencia ficción, es simplemente una película simplona y nada original, que vulnera cualquier buen gusto cinematográfico, sea cual sea el género. A los espectadores no condicionados ni siquiera nos seduce con la habitual y actual pirotecnia visual a la que nos tienen acostumbrados los yanquis (y algunos aventureros locales y monofocales), y desde luego no seducirá a los espectadores que buscan cualquier atisbo de impacto u originalidad, de la misma forma que los originales "orgánicos" de Willis y Radha Mitchell en la película (supongo que bastó con no maquillarlos y dejarlos un ratito secarse al sol) no seducirían ni a Torbe en un día de calentón.

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